domingo, 30 de octubre de 2011

Trata de blancas: un tema que preocupa

Por Sebastián Sosa


 Eran las cinco de la tarde y el barrio porteño de Constitución era un verdadero hormiguero de gente que viajaba a diversas partes del conurbano bonaerense. Entre medio de tanta gente  había mujeres que parecían no encajar en el contexto. Estas personas ofrecen sexo a toda hora en una zona que es conocida como liberada, tanto para la prostitución como para los pungas y vendedores de drogas.
Entre millones de personas se podía observar una mujer de un metro noventa de altura, un físico exuberante y que utilizaba una vestimenta poco convencional para la vía pública. Era fácil darse cuenta de qué se trataba. Su nombre era Sheila, oriunda de República Dominicana ofrecía sexo como medio de trabajo. Nos dio la oportunidad de poder dialogar con ella sobre un tema que aterra hoy en día a todos los argentinos, como es la trata de blancas. Ante la consulta de qué opinaba sobre dicho tema, Sheila se incomodó y contestó: “Se que existe, pero no te puedo dar ningún dato sobre eso”, tras hacernos saber que sabía de lugares en donde a las  mujeres las tenían privadas de libertad y las obligaban a prostituirse, Sheila, un poco incómoda por la situación manifiestó: “”Discúlpame quiero trabajar”. Luego de insistir en varias oportunidades consultándole si trabajaba para alguien o lo hacía solamente de forma independiente, expresó: “Yo trabajo para mí. No tengo que entregarle a nadie ningún tipo de comisión”.
Durante  20 minutos, cinco hombres consultaron sus aranceles. Parece que a ninguno le convenció por lo cual volvió a su puesto, la puerta de una casa abandonada construida hace aproximadamente hace unos 100 años. La conversación se torno más fluida y Sheila comenzó a sentirse un poco más cómoda a comparación con el principio de la charla. Fue en ese momento que opinó: “Acá hay mucha mafia alrededor del negocio del sexo. No puedo darte nombres ni mostrarte ningún lugar en donde hay mujeres que fueron traídas aquí engañadas con el pretexto de que les iban a ofrecer un un trabajo digno, sin saber que iban a tener que prostituirse. Ojo, con esto no te digo que para mí no sea un trabajo digno, pero cuando sos obligada a hacer algo no es muy digno que digamos”.  Ya no había que quitarle las palabras con tirabuzón, pero hablaba lo justo y necesario para no generar inconvenientes: “Acá hay gente de mucho poder metido en este gran negocio. No me atrevo a nombrarte ninguno, pero te aseguro que es gente muy pesada y que muchos están relacionados con políticos. Ya no puedo decirte más nada. Ya te dije demasiado”. Palabras fuertes son las que dijo Sheila, pero luego de lo dicho se despidió y  dijo: “Te recomiendo que no preguntes demasiado o que directamente no preguntes más por que por la zona hay gente que vigila, te  lo digo por tu seguridad”. Así fue que comenzó su caminata lenta hacía la otra esquina en donde  otras tres mujeres la aguardaban para tener una charla entre amigas, pero no era más que aguardar que algún cliente pase por alguna de ellas.  

No hay comentarios:

Publicar un comentario